Para ayudar a alguien
Nos colocamos a un poco de distancia de la persona. Frente a ella está su destino.
Primero instalamos una separación entre nosotros y la persona, como un gran cristal irrompible. y le decimos "yo hasta ahí" "y tú hasta ahí".
Miramos a su destino con mucho respeto, inclinando la cabeza.
Llevamos la mirada a lo lejos, a algo más grande, con recogimiento.
Permanecemos así, sintonizados con algo más grande, la fuente de todo, el amor del espíritu.
Decimos gracias y seguimos recogidos y conectados a lo lejos.
Decimos "Gracias".
Ahora llevamos la mirada al destino de la persona. Nos daremos cuenta que la persona ha cambiado ya algo de su postura frente a su destino.
Miramos su destino hasta poder decir "si asiento a todo". Seguimos recogidos e inclinando la cabeza ante el destino de la persona.
Nos retiramos.
Quizás nos llegue alguna información sobre lo que necesita esta persona de nosotros o sobre lo que tiene que ser nuestro próximo paso.